
Cómo entender que los panistas Romero y Anaya se traguen la carnada y se presten a facilitarle al régimen la intromisión burda en las elecciones, que es lo que pasará si Sheinbaum va a la boleta.
A un año de haber asumido la gubernatura, Libia Dennise García Muñoz Ledo no solo carga con el peso de ser la primera mujer en gobernar Guanajuato; también con la responsabilidad de inaugurar una nueva era política.
Opinión27 de septiembre de 2025
Héctor Andrade Chacón
A un año de haber asumido la gubernatura, Libia Dennise García Muñoz Ledo no solo carga con el peso de ser la primera mujer en gobernar Guanajuato; también con la responsabilidad de inaugurar una nueva era política en un estado que durante tres décadas se mantuvo bajo el férreo dominio de un panismo tradicionalista, conservador y cada vez más desconectado de su sociedad.
La llegada de Libia Dennise fue posible gracias a una alianza inédita entre PAN, PRI y PRD, una coalición que no solo le dio amplitud electoral, sino que marcó distancia con la arrogancia que caracterizó a algunos de sus antecesores, quienes llegaron a pensar que Guanajuato era patrimonio exclusivo de un credo político. El triunfo de 2024, sin embargo, no solo significó la continuidad del PAN en el poder: abrió la puerta a una reconfiguración obligada de la oferta política, ante el avance de Morena y la fragmentación de los viejos partidos.

El concepto de "Nuevo Comienzo" ha sido clave para entender este primer año. Se trata de un estilo de gobernar que privilegia el diálogo, la conciliación y la cercanía social. No ha sido un camino sencillo: el arranque mostró claroscuros propios de la curva de aprendizaje, pero también un giro de timón respecto a gobiernos anteriores.
Los resultados tangibles empiezan a asomar. De acuerdo con datos oficiales, Guanajuato registra una reducción histórica en homicidios dolosos, un tema que durante años fue la herida abierta más profunda del estado. A ello se suma la inversión en infraestructura hídrica –estratégica ante el estrés por sequías recurrentes– y un repunte económico que ha reducido la pobreza laboral en la entidad.
Pero lo más interesante de este nuevo ejercicio de poder no son las cifras en sí, sino el cómo. La gobernadora insiste en que la efectividad no debe ser fría ni tecnocrática, sino tener rostro humano: resultados que se traduzcan en paz, bienestar y oportunidades reales para las familias.
La huella más visible de este primer año es la impronta de género en la gestión. Libia Dennise ha puesto en el centro temas que antes se consideraban marginales para la agenda estatal: el cuidado de la niñez, la atención a las mujeres víctimas de violencia, la educación sexual responsable y la salud comunitaria.
Los programas sociales, como la entrega de mochilas y útiles a estudiantes, la ampliación de la cobertura médica, con nuevas unidades de sanidad y la creación de nuevas preparatorias, tienen una narrativa distinta: no son dádivas, sino herramientas para generar oportunidades. Esa visión conecta con un electorado joven y urbano, menos dispuesto a aceptar las inercias del pasado.
Tampoco debe dejarse de lado que ha buscado no desatender la economía con la reducción de la pobreza laboral y más ingresos para las familias. Los retos arancelarios y la negociación futura del T-MEC debe tenerlos en el radar, porque Guanajuato será recipendario central de negociaciones de varios sectores, tiene un nicho de oportunidad a fortalecer en este rubro.
Durante este primer año de ejercicio en el Poder Ejecutivo, Libia Dennise ha demostrado que la visión del Gobierno de la Gente no es un eslogan, sino un modelo de gestión.
Sin embargo, el bono democrático del arranque ya se agotó. Un año después, la ciudadanía demanda más que diagnósticos y símbolos: exige resultados palpables y duraderos. Y ahí está el reto central.
Por un lado, debe consolidar la alianza con el gobierno federal de Claudia Sheinbaum, necesaria para acceder a recursos y articular estrategias de seguridad e infraestructura. Pero, al mismo tiempo, necesita mantener a raya al morenismo estatal, que sigue débil en cuadros, pero fuerte en narrativa de oposición.
Además, Libia Dennise tiene frente a sí un dilema político: ¿se atreverá a abrir expedientes sobre los excesos y posibles irregularidades del sexenio de Diego Sinhue Rodríguez Vallejo? Ese movimiento podría darle mayor control sobre el aparato gubernamental y marcar distancia de un legado desgastado. No hacerlo, en cambio, la expone a la narrativa de continuidad y complicidad. Libia debe asumir que tiene un elefante en el Gobierno del Estado, los rasgos de corrupción y alianzas para negocios que afloran a la vista de todos; la entrega de la autopista Silao-Guanajuato de última hora a un grupo empresarial que predomina en la obra pública, es, de acuerdo a la percepción en la calle, insultante para los cuevanenses y también para el resto de los guanajuatenses. Libia no debe cargar con ese lastre.
Tampoco debe permitir que su gabinete y colaboradores cercanos no caminen a su velocidad, ni que no sean empáticos ahì donde ella ha demostrado sensibilidad. Ellos también cincelan una parte de su legado político.
El primer año de la gobernadora puede resumirse en una palabra: transición. De la soberbia panista a un gobierno que busca legitimidad desde la escucha y la conciliación. De la resignación y el miedo frente a la violencia, a los primeros signos de recuperación en seguridad, generando la esperanza. De la política de espaldas a la gente, al Gobierno de la Gente.
Poco a poco, a pesar de los obstáculos y hasta las piedras que desde el propio panismo le ha puesto, la gobernadora ha logrado colocar un discurso de confianza y certidumbre, en el que la transparencia proactiva y la rendición de cuentas se convierten en ejes de legitimidad.
Aun así, la verdadera prueba empieza ahora. El camino de Libia Dennise en los próximos cinco años dependerá de si logra convertir la narrativa de esperanza en políticas públicas efectivas, si mantiene su independencia frente a grupos internos del PAN, y si puede construir un contrapeso inteligente frente a Morena.
Lo que está en juego no es solo el futuro de su sexenio, sino la redefinición del pacto político en Guanajuato. Y ahí, la primera mujer gobernadora tiene la oportunidad –y la obligación histórica– de demostrar que gobernar distinto no solo es posible, sino necesario.
Por cierto, la gobernadora iniciará su segundo año al frente del Gobierno del Estado de Guanajuato presentando la versión 2.0 del programa de Aliadas en Ocampo.
Al arrancar el segundo año de ejercicio constitucional de la LXVI Legislatura en Guanajuato, el Congreso volvió a recibir la presencia de la gobernadora Libia Dennise García Muñoz Ledo, en sesión solemne, quien urgió a las diputadas y diputados a dejar a un lado los intereses partidarios y priorizar el bien común. En un momento global marcado por tensiones económicas, crisis climáticas y dinámicas geopolíticas impredecibles, su llamado suena tanto a advertencia como a convocatoria: en este contexto, la política local tampoco puede mantenerse aislada.
Para presidir este primer periodo ordinario fue electo Roberto Carlos Terán Ramos (PAN), quien tendrá en sus manos el reto de conducir un Legislativo plural y exigente. La mesa inició con promesas de consensos amplios y responsabilidad legislativa, buscando que el Congreso sea más que sello de aprobación: un espacio donde se legisle con perspectiva de futuro, no sólo para reivindicar diferencias partidarias.
Tampoco debe soslayarse que por vez primera en la historia del Congreso del Estado, la Junta de Gobierno estará en manos de un morenista. Los trabajos estarán en manos del sanmiguelense Luis Ricardo Ferro Baeza, recientemente electo coordinador de su grupo parlamentario. Se sabe que tiene mejor mano política que su antecesor, David Martínez Mendizabal, de poco cariz negociador y hasta con tentaciones de censor con los medios. Veremos qué camino sigue Ferro, sobre todo en un periodo donde se negociará el paquete fiscal 2026 y el arranque de las discusiones para una futura reforma electoral.

Ya en sesión ordinaria, un primer paso con peso simbólico y real fue la aprobación de la minuta que faculta al Congreso de la Unión a legislar una Ley General contra la extorsión, tipificando con mayor severidad este delito. En el debate, la diputada Ruth Noemí Tiscareño señaló que “en el primer semestre de 2025 se registraron 5 mil 887 víctimas de extorsión en México, un incremento del 83 % en los últimos diez años”, para subrayar la urgencia de homologar criterios y sanciones más firmes.
Su intervención deja claro que no basta aprobar una norma; habrá que vigilar que esa reforma se active en los hechos, no quede en letra muerta.
Las próximas semanas pintan decisivas para valorar si este Congreso escoge corresponder al llamado de la gobernadora o se escuda en viejas disputas. Si legisladoras y legisladores actúan con responsabilidad, la ruta legislativa podría afianzarse con proyectos en favor de mujeres, infancia, seguridad y rendición de cuentas. Pero si prevalecen las lógicas de fuerza partidaria, el discurso de unidad se convertirá en retórica vana, y la ciudadanía volverá a exigir pruebas reales de compromiso político.
Por ahora la foto selfie de la Junta de Gobierno con la gobernadora Libia Dennise mostró buen ánimo para caminar en concordia.

Cómo entender que los panistas Romero y Anaya se traguen la carnada y se presten a facilitarle al régimen la intromisión burda en las elecciones, que es lo que pasará si Sheinbaum va a la boleta.

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