
La dramática escena en la que el crimen organizado atentó contra la vida de Omar García Harfuch, siendo el encargado de la seguridad pública de la CDMX, marcó, como lo ha sido en el caso de mi compañero Ciro Gómez Leyva, la sospecha que desde el interior del gobierno, que entonces encabezaba Andrés Manuel López Obrador, la connivencia entre el poder y los criminales era una realidad inobjetable.