Estrictamente Personal. Trump y México

La violencia política no es algo inusual en ninguna sociedad, aunque siempre impacta y provoca discursos pacifistas y críticos sobre los aspectos más tóxicos de las sociedades.

Opinión16 de julio de 2024 Raymundo Riva Palacio
Raymundo Riva Palacio
Raymundo Riva Palacio

Las últimas encuestas presidenciales en Estados Unidos no recogen el sentir sobre el atentado a Donald Trump. Aun así, el expresidente aventaja por cuatro puntos al presidente Joe Biden (47% contra 43% en el agregador de noticias de Fivethirthyeigth), y un importante número de analistas en Estados Unidos y el mundo considera que el atentado pone en el carril de la victoria a Trump en las elecciones de noviembre a partir de la imagen de su cara dura, el puño en alto con la sangre en la cara y la bandera ondeando a sus espaldas, que evocan la heroica batalla de Iwo Jima, inmortalizada en un monumento junto al cementerio en Arlington.

Aunque hay razones para pensar en su victoria, no se pueden adelantar vísperas a partir de algo que no es excepcional. La violencia política no es algo ajeno a la vida pública en Estados Unidos y, para ubicarnos, tampoco en el mundo. El ataque a Trump, que está siendo empaquetado como una violencia política contraria a la esencia democrática del país y como resultado de la polarización que, si bien él desató, sus adversarios políticos se mimetizaron y respondieron en iguales términos, no es más que una hipótesis por el momento, que no se sostiene en la historia.

Ronald Reagan iniciaba su gobierno cuando, a la salida del Hotel Washington, recibió un tiro en la cabeza de John Hinckley, cuyo único propósito era impresionar a Jody Foster, de quien quedó cautivado después de verla actuar en Taxi Driver. Gerald Ford sufrió un atentado en 1975 en Sacramento, la capital de California, al dispararle sin éxito Lynette Fromme, una de las figuras más radicales del culto a Charles Manson. George W. Bush y Mikheil Saakashvill, presidente de Georgia, una exrepública soviética, escaparon de morir en 2005 por una granada lanzada por Vladímir Arutyunian, un joven de 27 años que quería asesinarlos porque no concebía que su país fuera “títere” de Estados Unidos. 

La historia de Estados Unidos está llena de atentados, algunos que terminaron en tragedias (Abraham Lincoln, James Garfield, William McKinley y John F. Kennedy fueron asesinados), y otros como el sustituto de McKinley, Theodore Roosevelt, a quien le dispararon en 1912 durante un discurso en su campaña por la Presidencia en Milwaukee, donde ayer inició la Convención Republicana que ungirá a Trump como su candidato, y vivió con la bala en el pecho hasta su muerte siete años después. Su agresor, John Schrank, fue liberado porque el jurado lo consideró loco. En Estados Unidos, escribieron ayer en The New York Times los historiadores Matthew Dallek y Robert Dallek, de los 46 presidentes y un expresidente que pasaron por la Casa Blanca, casi una cuarta parte fueron asesinados o sobrevivieron a un atentado.

La violencia política, dijo Biden el domingo, Reagan en su momento y otros muchos políticos estadounidenses también, no es parte de la cultura de ese país. Al contrario, es bastante común. Hay otros países donde no lo es tanto, como Suecia, donde fue asesinado en pleno ejercicio de su cargo como primer ministro, en 1986, una de las grandes figuras de la socialdemocracia, Olof Palme, mientras paseaba con su esposa por las calles de Estocolmo por un desconocido que nunca fue atrapado ni sus motivos descubiertos. Aquí en México Luis Donaldo Colosio fue asesinado por Mario Aburto, una persona con personalidad borderline que confesó su culpabilidad, y se contradijo en sus motivaciones. No era el primer magnicidio. Antes se dieron los asesinatos de Venustiano Carranza y Álvaro Obregón, que tuvieron un perfil político.

Igual sucedió con el asesinato de otra de las grandes figuras de la historia, la primera ministra de la India, Indira Ghandi, acribillada en 1984 por sus guardaespaldas sijs, meses después de haber ordenado una operación militar para detener a militantes sijs que habían tomado el Templo Dorado, su sitio más sagrado. Anwar Sadat, el presidente egipcio que firmó la paz con Israel fue asesinado durante un desfile militar en 1981, cuando un grupo de soldados fundamentalistas se detuvo frente a la tribuna donde estaba y le disparó. Y Margaret Thatcher, la primera ministra británica, sobrevivió a una bomba en 1984 colocada por el Ejército Republicano Irlandés, en medio de una escalada de violencia entre republicanos y unionistas –respaldados militarmente por Londres– en Irlanda del Norte.

La violencia política, vista a través de la historia, no es algo inusual en ninguna sociedad, aunque siempre impacta y provoca discursos pacifistas y críticos sobre los aspectos más tóxicos de las sociedades. El atentado contra Trump refleja una de estas facetas, al recibir un disparo aparentemente de un fusil de asalto R-15, del mismo calibre que los republicanos se niegan a prohibir. La polarización, una de las discusiones más agrias en la actual campaña presidencial, está siendo metida como parte indisoluble del contexto del atentado, pero aún no se sabe si ésta inspiró realmente el ataque.

La polarización, porque genera climas que a su vez construyen condiciones para asesinatos, no puede ser minimizada. Tiene diferentes caras y sus consecuencias las determina la impunidad, como en febrero de 2020, cuando una turba asaltó el Capitolio para descarrilar la calificación presidencial de Biden, pensando probablemente que saldría impune porque Trump estaba en la Casa Blanca. Si no hubiera sido presidente, posiblemente, como sucede en los países donde se aplica la ley, habrían pensado dos veces las cosas.

En muchos países hay locos, iluminados o quienes están dispuestos a cambiar su vida por la de la víctima por alguna razón política, como sucedió en los atentados contra Ghandi, Sadat, o Isaac Rabin en 1995, en manos de un ultraderechista para descarrilar el proceso de paz con los palestinos. Pero en los países donde la ley no se aplica, el clima que produce polarización en un entorno de impunidad, mata. Con clichés y lugares comunes no se combate la polarización. Tampoco se disipa con actos de fe o mentiras. Es una enfermedad que llega y no se cura. Se acota si la ley prevalece. Si no, encontramos a México.

Te puede interesar
Copia de cerdito copia

“¿Por qué no te callas?”

Jorge F. Hernández. El País
Opinión23 de noviembre de 2025

Basta ya de la misoginia de Trump. Vienes vociferando vómito desde tu primera campaña presidencial y no puedes acallar esa táctica intimidatoria de acusar a periodistas de todo bando

Raymundo Riva Palacio

Estrictamente Personal. La peor crisis

Raymundo Riva Palacio
Opinión21 de noviembre de 2025

Lo que se vio en estas dos semanas fue una paliza a la presidenta Claudia Sheinbaum y al régimen en el principal ecosistema de la política actual: las redes sociales.

WhatsApp Image 2025-11-16 at 15.18.05

Ecos. Morena, hijo dilecto de Gustavo

Adrián Méndez
Opinión18 de noviembre de 2025

Sobre los cadáveres de todos esos de miles de desaparecidos, mutilados, asesinados, Manzo reemergerá hasta las consistencias de la rabia, la ira y el odio acumulados, de donde quizás una nueva república resurja.

Lo más visto
WhatsApp Image 2025-11-20 at 14.53.12

Reafirma PAN su compromiso con la democracia, los migrantes y la cultura

Leticia Aguayo Soto
Política21 de noviembre de 2025

En sesión del Congreso Local, las diputadas y diputados del PAN alzaron la voz en defensa de las libertades ciudadanas, la protección de las y los migrantes, y la celebración del Día del Músico. Los legisladores abordaron temas de trascendencia social y política, desde los recientes actos de represión en manifestaciones ciudadanas, hasta la seguridad de las familias migrantes que retornan a casa durante la temporada decembrina.

APOYOS

Apoya gobierno de Silao a familias en situación vulnerable

Leticia Aguayo Soto
Silao22 de noviembre de 2025

Autoridades silaoenses realizaron la entrega de enseres domésticos en beneficio de 10 familias vulnerables de la localidad, como parte del programa de Fortalecimiento Familiar, promovido por DIF Estatal y Municipal, así como por la Procuraduría Auxiliar para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (PAPNNA).

Captura de pantalla 2025-11-22 a la(s) 5.47.18 a.m.

Jorge Romero aforma que si Ricardo Salinas Pliego se anima y avanza, "no lo descarta como candidato presidencial”; coloca a Libia en la carrera

El País
Política22 de noviembre de 2025

El dirigente del PAN se enorgullece del relanzamiento del partido y sostiene que no habrá coaliciones en 2027 aunque no descarta alianzas con otros partidos más adelante. En su lista de posibles aspirantes a la Presidencia de la Repùblica coloca a las gobernadoras Maru Campos de Chihuahua, Libia García de Guanajuato, Tere Jiménez de Aguascalientes y Mauricio Kuri de Querétaro. También integra al senador y excandidato presidencial, Ricardo Anaya; al exgobernador de Yucatán, Mauricio Vila, y hasta a Margarita Zavala, sin cerrarse a externos.

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email