
El anuncio de Donald Trump sobre una prórroga de 90 días para alcanzar un nuevo acuerdo comercial con México constituye una excepción.
La presidenta Claudia Sheinbaum decidió que es momento de hacer proselitismo, de blandir la proclama victimista y asegurar que esos de los que tanto se han burlado son capaces de todo.
Opinión13 de junio de 2025 Salvador CamarenaTotal, gente de Morena, pónganse de acuerdo: o la oposición es incapaz de ganarles lo que sea, en donde sea y como sea, o es su gran coco.
Ahora resulta que la oposición está teniendo un mes de ensueño: su perfidia explicaría las derrotas morenistas en Veracruz y Durango, y su influencia sería la causa de que en Estados Unidos se culpe a la presidenta por los desmanes en Los Ángeles, California.
Tras un sexenio burlándose, una mañanera sí y otra también, de lo insignificante que era la oposición, ahora el régimen no para de quejarse de que esos opositores son capaces de mover al gobierno de Donald Trump (¿?) y de chamaquearlos en Veracruz y Durango.
Hace un año, en los comicios presidenciales, Claudia Sheinbaum arañó 60 por ciento de los votos, y ahora resulta, si nos atenemos a las declaraciones de la mandataria y de sus replicadores, que a esos que dejó en la lona son capaces de meterla en problemas con Washington.
Porque, como ustedes saben, la presidenta dice, y sus plumas la secundan, que fue la oposición la que provocó que la secretaria de Seguridad Interior, Kristi Noem, le achacara un involucramiento en los disturbios del fin de semana en Los Ángeles.
O sea que la presidenta Sheinbaum nos está diciendo que, con ocho meses enteros de sus mañaneras, con canales públicos de televisión más oficialistas incluso que el sexenio pasado, con prensa que la consiente, ¿la oposición tiene más influencia mediática que ella? ¿Que a pesar de tanta llamada con Trump, en la Casa Blanca le creen más a Arne que a Claudia?
¿Culpar a la oposición es su mejor recurso para lidiar con la tensión diplomática del momento, presidenta?
Claro, siempre se tiene la tentación de inventar una excusa cuando la realidad se vuelve contra uno. E incluso, de tratar de matar dos pájaros de un tiro al hacer de un error propio materia para sacar más ventaja a los contrarios.
Pero la idea de hacer de un tema de política exterior uno partidista genera preocupación sobre si la presidencia de Claudia Sheinbaum dimensiona que juega en su contra el atizar a los opositores justo cuando ella tiene el plato muy rebasado de problemas.
Las protestas, con brotes de disturbios, por la ola de redadas, con la deshumanizada forma de ejecutarlas de la administración Trump (que incluso detiene gente en audiencias migratorias), seguirán y, por ende, se incrementará el riesgo para los mexicanos en Estados Unidos.
Frente a tan delicado reto, la presidenta decidió que es momento de hacer proselitismo, de blandir la proclama victimista y asegurar que esos de los que tanto se han burlado, esos de los que a menudo dicen que están moralmente derrotados, son capaces de todo.
Pura contradicción del oficialismo.
Primero sale Sheinbaum el 2 de junio a festejar la jornada electoral para apropiarse del Poder Judicial diciendo que el tamaño del éxito se mide, por ejemplo, en que hubo más votos que los obtenidos por los partidos de oposición en 2024.
Y luego, uno no puede dejar de toparse el argumento (es un decir) morenista de que si la oposición hubiera querido podría haber metido ministros a la Corte. Dejen ustedes que eso sería ilegal, ¿qué pasó con la cantaleta de que sólo Morena es capaz de convocar?
O están muy confundidos, o –carentes de argumentos y logros– sólo quieren confundir, como aquel que grita “¡al ladrón, al ladrón!” para que no veamos que fue él quien se pasó de listo y ya no sabe cómo salir del problemón.
El anuncio de Donald Trump sobre una prórroga de 90 días para alcanzar un nuevo acuerdo comercial con México constituye una excepción.
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