
Sobre los cadáveres de todos esos de miles de desaparecidos, mutilados, asesinados, Manzo reemergerá hasta las consistencias de la rabia, la ira y el odio acumulados, de donde quizás una nueva república resurja.


Trascendido el PNR y el maximato, en tiempos tricolores todos sabían que el PRI era del presidente en turno. Y así, igualito, fue con AMLO.
Opinión20 de septiembre de 2024 Salvador Camarena
Tras el asesinato de Álvaro Obregón, don Plutarco ideó la creación de un instrumento para controlar al presidente en turno. Diseñó para tal fin el Partido Nacional Revolucionario (PNR), la versátil herramienta de su maximato.
En primer término, el PNR sería la competencia desleal, pero efectiva, de la Secretaría de Gobernación. Vaciaría de relevancia a ese despacho, brazo operativo del presidente en turno: lo electoral, pasaría por el partido, las cámaras, lo mismo, los gobernadores, igual.
Don Plutarco escondió sus propósitos controladores en la promesa de pasar de depender de un caudillo a regirse por instituciones. Trazó el PNR en el ocaso de su presidencia para no soltar el poder.
Así lo sostiene Tzvi Medin en El minimato presidencial: historia política del maximato. 1928-1935 (Era, 2003).
“La función del PNR”, dice Medin, “fue la de constituirse, desde el mismo momento de su gestación, en un instrumento de imposición política sobre el presidente, para hacer posible el poder del jefe máximo”.
Y agrega: “La visión de la fundación del PNR como el inicio de la institucionalización política de México debe ser matizada por diferentes causas, entre ellas por el hecho de que constituyó, precisamente, un medio para el anulamiento de la institución presidencial”.
El nuevo partido era un “instrumento de imposición política sobre el presidente y no en manos del presidente”.
Hace casi cien años, don Plutarco sabía para qué era el partido. Si aquello fue la Revolución y hoy se pretende cosa similar, entonces en 2024 hay que repetir ese cuestionamiento, pero dirigido a dos personas: qué quieren Andrés Manuel y Claudia que sea Morena.
Hace un mes, cuando Claudia Sheinbaum recibió su constancia de presidenta electa, en el Teatro Metropolitan pidió públicamente a su partido reflexionar sobre su futura relación.
“Sería pertinente”, dijo el 15 de agosto, “convocar a un congreso de nuestro partido en septiembre. Pienso yo, es sólo una sugerencia, que se actualicen nuestros documentos básicos, nuestros estatutos y que se pueda trazar una ruta clara que separe el partido y la labor del gobierno en el proceso de transformación”.
Sheinbaum agregó que como presidenta ya no le correspondería referirse al movimiento, “a nuestro partido en particular”, en obvia referencia a que tendría que hablar por todas y todos los mexicanos.
De esa fecha a este fin de semana, cuando se realice el VII Congreso Extraordinario de Morena para renovar dirigencia, quién puede decir que se le haya hecho caso a la presidenta electa en eso de abrir un debate sobre la separación de partido y gobierno.
Veremos si el cónclave del domingo trae sorpresas al respecto, porque todo indica que en el obradorismo no topan la palabra separación: por ejemplo, del partido saltarán sus dos máximos dirigentes al gabinete, y de éste la secretaria de Gobernación a la presidencia de Morena.
Lo planteado por Claudia el 15 de agosto es muy importante. Y sugerente. Hacía una distinción inexistente e impensable en el sexenio de López Obrador, quien, como don Plutarco, sí sabe para qué es el partido.
Tan lo sabe Andrés Manuel –la envidia que le daría al general sonorense si atestiguara tanto control– que pondrá a su hijo en la conducción de Morena. Es decir, como hace un siglo, despachos como el de Bucareli tendrán competencia.
Trascendido el PNR y el maximato, en tiempos tricolores todos sabían que el PRI era del presidente en turno. Y así, igualito, fue con AMLO. En el siguiente sexenio, ¿Morena será de Claudia? Y si le tomaran la palabra s

Sobre los cadáveres de todos esos de miles de desaparecidos, mutilados, asesinados, Manzo reemergerá hasta las consistencias de la rabia, la ira y el odio acumulados, de donde quizás una nueva república resurja.

Las reuniones y conversaciones que han tenido López Obrador y Claudia Sheinbaum desde el cambio de estafeta fueron coyunturales, pero desde la que tuvieron en octubre, se volvió parte de un mecanismo de gestión.

La marcha del sábado pasado, inicialmente convocada por la llamada Generación Z en contra de la violencia que se vive en muchas partes del país, fue presa nuevamente de los gandallas profesionales de la protesta como Guadalupe Acosta Naranjo, Claudio X. González y otros personajes de similares características.

Medina Mora Icaza sabe que los que tienen el picaporte real de Palacio son los del Consejo Mexicano de Negocios y que él hereda unas siglas con mucho desgaste.

Cómo entender que los panistas Romero y Anaya se traguen la carnada y se presten a facilitarle al régimen la intromisión burda en las elecciones, que es lo que pasará si Sheinbaum va a la boleta.





La comunidad Atotonilco en San Miguel de Allende está más embellecida con las obras recientes que realizó el Gobierno Municipal que encabeza el presidente Mauricio Trejo. En esta zona, también nombrada Patrimonio de la Humanidad, se impulsó un cambio visible en la imagen urbana y en las áreas públicas, creando un entorno más bello, funcional y digno para todas las familias y sus miles de visitantes.

Prácticamente la mitad de los jóvenes de 15 a 29 años de edad en México –la llamada generación Z– están fuera de la población económicamente activa, y la mayoría en esa condición son mujeres.

El desfile cívico-deportivo para conmemorar el 115 aniversario de la Revolución Mexicana se celebrará este jueves 20 de noviembre, a partir de las 9:00 de la mañana. Antes del desfile conmemorativo, la Bandera Nacional se izará en el asta monumental ubicada en la salida a Guanajuato, a las 8:00 de la mañana.

El Gobierno Municipal que encabeza Samantha Smith continúa fortaleciendo alianzas internacionales, en esta ocasión la alcaldesa refrendó el primer hermanamiento que realizó la capital, el cual data del año de 1961, con la ciudad de Claremont, ubicada en el condado de Los Ángeles, California. Actualmente pretenden lograr intercambios universitarios, programas culturales, proyectos turísticos e intercambio de buenas prácticas municipales.

Sobre los cadáveres de todos esos de miles de desaparecidos, mutilados, asesinados, Manzo reemergerá hasta las consistencias de la rabia, la ira y el odio acumulados, de donde quizás una nueva república resurja.