
La violencia no ha cesado en el país, pero en el epicentro de la atención pública, Sinaloa, claramente el gobierno federal está siendo derrotado.
Respuestas como la que dio Sheinbaum, que si designan como terroristas a los cárteles mexicanos ampliarán las demandas contra las armerías, es una frase dicha con retórica fría, pero cabeza caliente, que nada resuelve.
Opinión17 de febrero de 2025 Raymundo Riva PalacioAcorralada y sin control de narrativa y agenda pública. Así está la presidenta Claudia Sheinbaum, cuya frialdad existencial –que su propaganda vende como atributo coyuntural el reaccionar con “cabeza fría”– la ha metido en una contradicción: no engancharse con las amenazas ante el incendiario discurso de Donald Trump abrió la puerta para que el ala radical del obradorismo esté pidiendo la pena de muerte para aquellos que apoyen al presidente de Estados Unidos, presionándola a asumir posturas extremas en todos los sentidos.
Llevando al absurdo la propuesta formulada por el escritor y propagandista Paco Ignacio Taibo II, funcionario de su gobierno, sería como mandar al paredón a unos 30 millones de mexicanos, que son los que en recientes encuestas apoyan lo que está haciendo el jefe de la Casa Blanca con México. Taibo II, uno de los ideólogos del expresidente Andrés Manuel López Obrador, es la representación tropical de José Stalin hace casi un siglo, cuando ordenó la gran purga contra los disidentes del régimen comunista –opositores, socialistas y anarquistas–, y el asesinato de alrededor de un millón y medio de personas en la extinta Unión Soviética. Y hoy es un acicate ardiendo contra la Presidenta.
No es la primera vez que el ala dura del obradorismo la presiona. En las últimas semanas, se han visto varias expresiones públicas de ello por diferentes motivos, aunque en ningún momento se había llegado al extremo de Taibo II, que planteó en el Canal 11, que es gubernamental, llevar a los mexicanos al Cerro de las Campanas, “donde todavía hay tierra”, para fusilarlos. Aunque pueda ser una declaración metafórica, representa una línea de pensamiento dentro del régimen, crecientemente provocadora y hostil, que le está acotando a la Presidenta espacios de maniobra interna y respaldo político.
El resbaloso terreno en el que se encuentra se ha ido allanando sobre la base de sus zigzagueos mañaneros. Del no creo que Trump vaya a imponer aranceles, a reuniones de emergencia porque ya los impuso, a cambiar el orden del día de reuniones con empresarios porque ya los pausó y mejor ven cómo en 30 días lo convencen de las bondades de que México siga como socio comercial de Estados Unidos. Del no vamos a aceptar la violación de la soberanía y para eso está el masiosare, al que sí es cierto que nos están espiando, pero como lo hacen desde el territorio estadounidense, no hay injerencia extranjera.
En su equipo no creían que Trump iría en serio con los aranceles, ni calcularon jamás la fuerza con la que lanzaría su caballería militar y política detrás de los cárteles mexicanos, sin importarle mucho lo que pensaran en la Ciudad de México. A lo que más habían reaccionado en Palacio Nacional era ante la posibilidad de que los clasificaran como Organizaciones Terroristas Extranjeras, para decir con toda potencia: tú las traes. El Pentágono da todas las señales de que prepara acciones militares contra los cárteles y tira el dulce mediático de que están compartiendo su información con el gobierno mexicano. Es una declaración política, una verdad menos que a medias.
Por la laxitud y complacencia de López Obrador con los cárteles –principalmente el de Sinaloa, al que responsabilizan del mayor tráfico ilegal de fentanilo a Estados Unidos–, no tienen ninguna confianza en el gobierno mexicano, porque consideran que está coludido con el crimen organizado. ¿Necesita Sheinbaum mejor prueba de ello que la operación de captura de Ismael El Mayo Zambada a escondidas del gobierno mexicano? ¿No le basta la forma como ignoraron a su antecesor y a ella también todas las veces que han pedido información sobre lo que sucedió?
El profundo diferendo con Trump en este campo no va a parar. Puede intervenir unilateralmente o destruir laboratorios y abatir capos con drones manejados desde Colorado o desde sus barcos de guerra en aguas internacionales. O puede hacerlo en coordinación con las Fuerzas Armadas mexicanas. O puede no hacer nada. Pero, sin importar cuál sea su decisión sobre este problema, el discurso no se va a evaporar en los próximos cuatro años.
Respuestas como la que dio Sheinbaum el viernes, que si designan como terroristas a los cárteles mexicanos ampliarán las demandas contra las armerías, es una frase dicha con retórica fría, pero cabeza caliente, que nada resuelve en el corto plazo. Es innegable que sus respuestas frías no han servido de nada, y quienes las han hecho encendidas han recibido el mismo o mejor trato que ella.
La cabeza fría no fue la variable de la pausa de los aranceles –¿o no una semana después le aplicó 25% de tarifas al acero y aluminio?–, donde sus apoyos están en los agentes políticos y económicos en Estados Unidos, que son quienes han frenado, aunque sea temporalmente, a Trump, y sus márgenes dependen de las concesiones que haga, entendiendo que en cuanto a los cárteles, no tiene aliados en EU.
La decisión de combatir el fentanilo y los cárteles que lo introducen ilegalmente, frenar la migración indocumentada y ponerle un alto a China es un acuerdo bipartidista donde Trump, a diferencia del tema comercial, goza de consenso para actuar contra los criminales en México. Sheinbaum y su gobierno están solos en ese campo. Tampoco tiene un acuerdo interno unánime para seguir evadiendo el tema de la colusión institucional con el crimen organizado. Ahí, sólo el régimen y sus voceros están de acuerdo en ignorar al elefante en la sala, cuya piel endurece el ala dura obradorista al presionarla hacia su trinchera.
No obstante, desconcierta y confunde lo que realmente pretenda ella, porque ante los embates de Trump se mantiene dentro de los parámetros de López Obrador, pese a que las condiciones y amenazas son totalmente diferentes a las que vivió su predecesor. Insiste en culpar a Estados Unidos de la calidad de la violencia en México, pero limita su estrategia de seguridad a delincuentes y políticos de segundo o menor nivel. La narcopolítica más profunda parece mantener su status quo, sin ser tocada. Podemos asumir que Sheinbaum sí quiere acabar con los cárteles y sus cómplices en los más altos cargos de gobierno, pero quizás, ciertamente, no puede.
La violencia no ha cesado en el país, pero en el epicentro de la atención pública, Sinaloa, claramente el gobierno federal está siendo derrotado.
Beatriz Gutiérrez Müller se metió en designaciones de embajadores, en todos los ámbitos de la cultura, reclutó historiadores, escritores y periodistas para elaborar una obra epopéyica sobre López Obrador, manipulando los asuntos de gobierno.
Estados Unidos debe conducirse con respeto hacia México y su presidenta. Los problemas de la nación se resuelven en casa; nunca se aceptará el injerencismo.
Lo que quiere Estados Unidos es que la FGR abra investigaciones y procesos penales en contra de funcionarios, políticos, empresarios y artistas presuntamente vinculados con el crimen organizado.
El pleito entre Claudia Sheinbaum y Ernesto Zedillo puede resultar muy ilustrativo por los datos que surjan, y por algunos protagonistas, comenta Raymundo Riva Palacio.
El presidente estadounidense afirmó que sería un “honor” enviar tropas para apoyar a México en la lucha contra los grupos criminales en su territorio, si el gobierno azteca acepta la asistencia. Según Trump, Sheinbaum “tiene tanto miedo de los cárteles que no puede caminar”, y agregó que este temor le impide tomar decisiones claras sobre el tema.
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