Estrictamente Personal. Sin abrazos, ¿y sin balazos?
Claudia Sheinbaum no conoce las lógicas del negocio criminal, pero ha permitido que sus colaboradores más cercanos con experiencia desarrollen la estrategia de seguridad.
Muchos mexicanos han normalizado al crimen al punto de ver su participación en las elecciones como un asunto menor, natural o hasta conveniente
Opinión19 de marzo de 2024 Antonio OrtuñoPuede vivirse en México toda la vida y, sin embargo, no llegar a entenderlo a plenitud. Juguemos con algunas cifras. Según los datos de una encuesta divulgada por la consultora México Elige, un 45.9% de los entrevistados cree que el presidente López Obrador habría recibido dinero del narcotráfico en sus campañas. Esta acusación, que el mandatario y su oficina han rechazado con vehemencia en diferentes ocasiones, surgió de reportajes publicados por medios estadounidenses como The New York Times y ProPublica, que dieron cuenta de las indagaciones realizadas al respecto por agencias del gobierno de los Estados Unidos. Según la propia encuesta, un porcentaje de 45.3%, no creen que esto sea verdad. Otro 4% dice que “no le importa” y un 4.8% se lava las manos y asegura que “no sabe”.
Pero no acaba ahí. Otra encuesta, esta del diario El Economista y publicada el 15 de marzo, dice que 54% de los entrevistados aprueban la gestión del presidente. Esto nos dejaría con un porcentaje de 8% de mexicanos que respaldaría a López Obrador, aunque creyera, a la vez, que podría haber recibido apoyo del crimen organizado en sus campañas electorales. Y si sumamos al 4% que declaró que ese señalamiento no le importaba, tenemos ni más ni menos que un jugoso 12% de personas que, activa o pasivamente, estarían a favor de que circule “dinero de sangre” en la política, ya sea porque les parece bien o porque no creen que sea para tanto.
Alguien dirá que las encuestas son una cosa y la realidad otra, porque las opiniones y los hechos se cuecen aparte, que el gobierno ha rechazado cada vez los señalamientos y que nadie ha presentado pruebas concluyentes, sino solo testimonios y trascendidos. Lo importante no es eso, sino que existe el indicio de que un porcentaje de los habitantes de este país (quedamos que alrededor de 12%) estaría dispuesto a tolerar, si fuera el caso, la participación del narco en las campañas. Y digo “indicio” porque se trata de encuestas distintas y porque para afirmarlo haría falta una pregunta a modo de bisagra: “¿Apoyaría usted a un candidato o partido, aunque creyera que recibe apoyo del crimen organizado?”. Es muy probable que, ya puesto de ese modo, algunos o muchos encuestados dijeran que no, aunque se coligiera de sus respuestas anteriores. Lo interesante, pues, es justo ese atisbo de que muchos mexicanos han normalizado al crimen al punto de ver su participación en las elecciones como un asunto menor, natural o hasta conveniente.
Otro indicio: en la misma encuesta de México Elige, se preguntó a los entrevistados quién ejerce el poder real en el país. Y un 47.2% dijo que el poder lo tiene el crimen organizado, ante un 45.3 que asegura que está en menos del gobierno federal. Hay, cómo no, un 6.3% que dice no saber y un nihilista 1.2 que afirma que no le importa. La percepción de que las organizaciones criminales tienen más poder que el propio gobierno no es nuevo, pero ha aumentado en la medida que también lo ha hecho la violencia, en general, y los delitos específicos contra los ciudadanos, como secuestros, extorsiones o amenazas. Por no hablar el control territorial directo de los grupos criminales.
Pero no es solamente en los estudios de opinión en donde la sombra del crimen se crece. Es, sobre todo, en el día a día. El asesinato este fin de semana de Humberto Amezcua, alcalde con licencia de Pihuamo, Jalisco, el secuestro del periodista Jaime Barrera, la semana pasada, en Guadalajara (quien, por fortuna, fue liberado ileso), son muestras de que el crimen organizado es un jugador indudable en el tablero electoral. Y que, asombrosamente, existen a quienes esto no les parece mal. Aunque a muchos otros nos resulte difícil de entender.
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Este jueves el Congreso recibirá en pleno la renuncia del fiscal general, Carlos Zamarripa y distribuirá comisiones permanentes. En Guanajuato Capital, Alejandro Navarro se despide de la presidencia municipal con su sexto informe de gobierno; le cambió el rostro a Cuévano y su sociedad,
De igual manera, se dieron a conocer los nombramientos de Javier Alfonso Torres Míreles como secretario general del Congreso del Estado; Sofía Ruiz Vaca en la Dirección General de Apoyo Parlamentario; Artemio Torres Gómez en la Dirección General de Administración; Gerardo Trujillo Flores como titular de la Unidad de Estudios de las Finanzas Públicas y Juan José Sánchez Santiago como director de Comunicación Social.
PAN, PRI y MC enfrentan el reto de sus vidas. Hasta ayer, esos tres partidos gastaron la última etapa de su existencia en torno a un personaje que entró a retiro la noche de este lunes
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El dirigente del partido aseguró que el PRI apoyará las iniciativas que beneficien a México. El líder nacional sostuvo que el PRI “se posiciona como una opción de oposición inteligente y estratégica, con la firme convicción de que lo mejor está por venir”.
Ifigenia Martha Martínez y Hernández fue una política, economista, catedrática y diplomática mexicana, miembro del partido Morena. Icono de la izquierda mexicana y quien entregó la banda presidencial a la presidenta Claudia Sheinbaum el pasado 1 de octubre, falleció a los 99 años de edad esta noche. La también presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados fue economista, diplomática y política mexicana nacida el 16 de junio de 1925 en la Ciudad de México.
A continuación, se presenta el discurso de la diputada Ifigenia Martínez Hernández, presidenta de la Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión, durante la Ceremonia de Transmisión del Poder Ejecutivo:
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